lunes, 21 de noviembre de 2016

Calabobos

Trafiqué con mis deseos,
por el miedo a tu miedo;
aunque hay tantas formas de anhelo,
como nubes en el cielo.

Unas veces es verano
con un cielo claro y limpio
y siento que no pasa nada
si no te tengo conmigo;

otros cielos, primavera,
y disfruto 100.000 flores
y me bebo sus olores
y amo 100, a mi manera.

Y están los cielo de invierno
que truenan con 1.000 dolores,
y te amo a ti, y a ti,
pero no dais vuestros corazones.

Pero en Otoño:
¡COÑO!
Báñame en miel caliente el pecho,
y bésame con todas tus bocas,
que en medio de este Noviembre,
quiero quitarte la ropa.

martes, 15 de noviembre de 2016

¿Victoria?

Veo a mi abuela,
morir lentamente,
ante mis       ojos,
y su apagarse, aun siendo necesario,
no me resulta grácil ni hermoso.

Yo mismo me apago,
más deprisa, pero
más tarde,
con un pie en la vida,
otro en la eutanasia precoz,
y otro en la estupidez.

Y eso, me molesta menos.

Porque vivir,
es contingente,
pero morirse,
es necesario.

Todo muere.

Puede no llegar nunca a estar vivo,
pero muere;
puede no nacer,
pero muere;
no llegar a ser concebido,
y morir.

Puedo ser una piedra o un trozo de concha,
muy pequeño,
en la arena de la playa,
o una pesadilla
que nunca llegaste a tener.

Pequeño, pequeñísimo.

Puedes creer que viviste,
y ser sólo cromo.

Pero si de cualquiera de las formas posibles
llego a vivir,
a nacer,
a ser concebido,

a ser la ola que rompe,
el sueño húmedo con tu mito

o

la escultura de bronce,

moriré
y Perderé
en todos ellos.

Y no me molesta,
porque es así.
Y no me molesta,
porque es justo.

Pero que no se atreva la putera vida
a quitarme a mi abuela. O la tenemos.

Que para alguien que llega tarde siempre,
está bien saber que sólo se llega pronto a la muerte.