martes, 15 de noviembre de 2016

¿Victoria?

Veo a mi abuela,
morir lentamente,
ante mis       ojos,
y su apagarse, aun siendo necesario,
no me resulta grácil ni hermoso.

Yo mismo me apago,
más deprisa, pero
más tarde,
con un pie en la vida,
otro en la eutanasia precoz,
y otro en la estupidez.

Y eso, me molesta menos.

Porque vivir,
es contingente,
pero morirse,
es necesario.

Todo muere.

Puede no llegar nunca a estar vivo,
pero muere;
puede no nacer,
pero muere;
no llegar a ser concebido,
y morir.

Puedo ser una piedra o un trozo de concha,
muy pequeño,
en la arena de la playa,
o una pesadilla
que nunca llegaste a tener.

Pequeño, pequeñísimo.

Puedes creer que viviste,
y ser sólo cromo.

Pero si de cualquiera de las formas posibles
llego a vivir,
a nacer,
a ser concebido,

a ser la ola que rompe,
el sueño húmedo con tu mito

o

la escultura de bronce,

moriré
y Perderé
en todos ellos.

Y no me molesta,
porque es así.
Y no me molesta,
porque es justo.

Pero que no se atreva la putera vida
a quitarme a mi abuela. O la tenemos.

Que para alguien que llega tarde siempre,
está bien saber que sólo se llega pronto a la muerte.

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