lunes, 26 de octubre de 2009

Horas Muertas, IV (inconcluso)

Fina figura,
de bello estilo,
que pasea furtiva
por donde no miro.

Prohibido tengo recordarte,
y aun así no ceso,
y aumenta y crece en mi pecho
un corrupto deseo.

sábado, 24 de octubre de 2009

Escritura Automática, I

Pienso en ti, y unas rallas negras recorren tu silueta. Paralelas, brillan por si mismas.
Más nada es su brillo con tu luz púrpura, que casi puede morderme.
Cuando te miro, veo que aun no te he visto, con los ojos de mirar, y siento lástima por mi, por no poderte admirar.

viernes, 23 de octubre de 2009

Puente (Único)

Bésame.
Dame tu alma.
Sáltala de tu boca a la mía.
Hazme sentir que existes, que estás viva...

jueves, 22 de octubre de 2009

Horas Muertas, III

A veces palidezco por dentro,
cuando de reojo te veo sin mirarte,
e intento adivinar qué gesto
ocupa tu desconocida cara.

Otras veces siento como me retuerzo,
cuando en mi cabeza, adentro,
acaricio tu cuerpo sin tocarte.

A veces creo que eres un recuerdo,
tan dulce, como solo lo hace el tiempo,
tan lejano, como para solo admirarte.

Finalmente, me parece que por mucho que especule,
no habré de catarte.

Horas Muertas, II

El sol se encorvó antes de caer sobre su lecho.
Ocultos en sus propios nidos, todos los habitantes del pueblo vestían sus peores galas.
Caminan ocultos. Todos saben que son todo. Todos se saben manchados.
Pero cuando el sol salga, todos se sonreirán en la iglesia, “inmculados”.

La danza vieja empieza como dicta la tradición, y el habitual desenfreno, lanza sus ropas al vuelo.
Ebrios de libertad, frotan sus cuerpos con el aire nocturno.
Vibran, tiemblan, saltan. Sus rostros tapados, pero saben que son todos. Todos se saben manchados.
Hasta que sus cuerpos sudan. Hasta que corrió la sanguis.

A la luna llena, salieron a bailar alrededor del carnero.
A la luna llena, salieron, y no volvieron.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Doctrina

He tomado la firme determinación,
de averiguar con quién sumado,
no doy dos.

Horas Muertas, I (Continuación)

El cuervo graznó astuto.
Pocos habían acudido a la ceremonia, y nadie lloraba junto al joven sepulcro.
Y allí, donde dioses, mortales y demonios guardan respeto, o descanso eterno,
el cuervo rió una vez más en su partir.

Horas Muertas, I

Tibio.
Cayendo cálido y carnado.
Fuente, rojo manantial al este de la irisada colina.
Lágrimas grana, que de su mejilla vuelan a su boca, mientras su último aliento exhala
"Fue el que no es, ni yo... ni él..."

Filosofías Ausentes, I

En el vacío de esos ojos que aun no me han mirado, es donde he de hallar lo que tanto he anhelado, y en el dulce abrazo del retumbar de su pecho, donde encontraré el refugio para escapar de este desconsuelo
Y es que no hago más que añorar lo que no tengo, y perderme en largas pesquisas sin rumbo, cuando debería saber (¡Por supuesto!), que aparecerá donde no lo busco.
¿Acaso tiene otra forma de proceder, esta cruel inciencia, que ese alquímico vaivén, que me llevará a la demencia?