sábado, 12 de diciembre de 2015

Cantarina

Odio que cantes.
¡Me hierve tanto la sangre!
Con esa luz y esa miel,
que de tu garganta sale,
con esa ventisca, esa antorcha,
que esputas entre cantares.

Porque te oigo cantar,
y mi alma se abre;
porque tarareas un segundo,
¡y la sangre me se alce!

Porque,
me encanta que cantes,
¡Me hierve tanto la sangre!

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