lunes, 14 de diciembre de 2015

Santos de Devocionario

¿Eras humo, una estafa,
poco más que una ilusión?
Donde yo veía boscosa montaña,
era humo del pasto que ardió.

O quizás tú eras montaña,
y aquí el humo era yo,
que negro y gris a tu espalda te
acechaba,
y sofocaba tu corazón.

Así que,
más ligero que el mundo,
pero más              que el aire
                pesado,

dejaré que la corriente adecuada
me            aparte.

Pues soy humo, y tú vida,
y tú montaña, y yo tu muerte,

y por lo menos me he llevado,
la suerte de volver a olerte.

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