Sonáseme juicioso cambiar mi vida,
por besarla durante al menos un día.
Pareciome un trato más que justo,
mi sangre, por perderme entre sus muslos.
Que si ella lo pidera o pidiese,
yo haría cuanto me dijese.
Y que si su deseo fuera que la amase,
no empezaría a hacerlo ni un segundo tarde.
Y tal vez esté perdiendo algo el juicio,
claro que siempre lo tuve ido,
aunque nunca tanto, ni tan cruelmente,
como lo está últimamente.
4:35, Miércoles 29 de Julio 2009
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