Añoro aquello
que nunca me diste
o que tal vez,
solo me diste a probar.
Y con la miel,
aun en los labios,
y con el ansia,
aun en mi estar.
Añoro aquellos labios,
los de arriba, los de abajo
a cada cual más dulce,
a cada lametazo.
Añoro aquel aroma,
que penetra mi alma,
que me la pone dura,
que entra hasta mis entrañas.
Añoro
esas largas conversaciones,
que nunca tuvimos en la cama,
y añoro a cada día que pasa,
no añorarte,
cuando de ti no me acordaba.
martes, 4 de agosto de 2009
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