El Sol irradia los últimos instantes diurnos, y el negro vapor que bulle en mi calavera, trata de sacarme de ellos invocando tu estampa.
Se retuerce y encorva, deforma y sombrea, y así su informe masa va adoptando tu tierno estar.
Tus cabellos tratan de atarme, y siento como tus cejas podrían quebrar mi alma, tus ojos muestran su letal profundidad, y tu rostro ciega mi paso; y lo emula todo esto, solo por tratar de robar mi atención.
Lo tiene tan jodidamente fácil.
domingo, 10 de julio de 2011
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