Preferimos mascar edulcorados constructos artificiados e insípidos por no hacer el esfuerzo de masticar.
Preferimos consumir porno a mordernos en la noche por el franco temor de atragantarnos con pelo púbico.
Preferimos mil veces la más vacía compañía, a la plenitud de la soledad, por no enfrentarnos a nosotros mismos.
Si olvidamos que alguna vez fuimos mejores, quizás dejemos de sentir vergüenza.
Te alabamos, óyenos.
lunes, 11 de julio de 2011
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